El poder de Seis by Pittacus Lore

El poder de Seis by Pittacus Lore

autor:Pittacus Lore [Lore, Pittacus]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Ciencia ficción, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO DIECIOCHO

EL VIENTO NOS LLEVA AL NORTE, A UN MOTEL DE Alabama donde pernoctamos dos noches, ocultando una vez más a Sam con una de mis identidades. Desde allí nos encaminamos al oeste y pasamos una noche bajo las estrellas en un campo de Oklahoma, a la que siguen dos noches más en un Holiday Inn de las afueras de Omaha, en el estado de Nebraska. Y desde allí, sin ninguna razón aparente, o al menos ninguna que ella nos quiera contar, Seis conduce más de mil quinientos kilómetros al este para alquilar una cabaña de madera enclavada en las montañas del oeste de Maryland, a cinco minutos escasos de distancia en coche hasta la frontera con Virginia Occidental, y a apenas tres horas de la caverna mogadoriana. Estamos exactamente a 317 kilómetros de Paradise, Ohio, donde empezó nuestra odisea. Medio depósito de gasolina me separa de Sarah.

Antes incluso de abrir los ojos, ya presiento que va a ser un día duro, uno de esos en los que la inexorabilidad de la muerte de Henri me pesará como una montaña y que, haga lo que haga, el dolor no se irá. Últimamente he tenido varios días así. Días llenos de remordimientos. Llenos de culpabilidad. Llenos de la triste certeza de que nunca volveré a hablar con él. Ese pensamiento me deja sin fuerzas. Ojalá pudiera cambiar lo que ocurrió. Pero como dijo una vez Henri, «Algunas cosas no pueden remediarse». Y además está Sarah, y el terrible sentimiento de culpa que se ha infiltrado en mí desde que nos fuimos de Florida, por haberme permitido a mí mismo intimar con Seis hasta el extremo de estar a punto de besarla.

Tomo una profunda bocanada de aire y abro los ojos al fin. La pálida luz de la madrugada penetra en la habitación. «La carta de Henri», pienso. Tengo que leerla ya. Es demasiado peligroso retrasar más el momento. Sobre todo, después de haber estado a punto de perderla en Florida.

Meto la mano debajo de la almohada y saco la daga de hoja diamantina y la carta. Últimamente he mantenido ambas cosas siempre cerca de mí. Me quedo un momento mirando el sobre, intentando imaginar en qué circunstancias se escribió la carta. Y después dejo escapar un suspiro, sabiendo que en realidad da lo mismo y que lo único que estoy haciendo es retrasar el momento. Hago un corte limpio con la daga en la solapa del sobre y saco las hojas. La letra perfecta de Henri llena los cinco folios amarillos con un grueso trazo de tinta negra. Hago una profunda inspiración antes de dejar que mis ojos se posen sobre la primera hoja.



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